Varios días después, el barco redujo la velocidad hasta casi detenerse para pasar por English Narrows. Subí a la cubierta superior y miré hacia el cielo despejado de la noche, captando lentamente la vista de Júpiter y sus cuatro lunas, luego la Cruz del Sur y las manchas lechosas de las Nubes de Magallanes. En un momento, la Estación Espacial Internacional parpadea en lo alto, otro faro de cooperación internacional.
Atravesando el Estrecho de Magallanes en apenas seis horas -el propio Fernando de Magallanes pasó seis semanas buscando una ruta entre el Pacífico y el Atlántico- llegamos a Punta Arenas, la ciudad más austral del mundo y punto de partida de la misión antártica. Tiene el pragmatismo tosco de todos los pueblos fronterizos. De vez en cuando, una ráfaga de viento volaba el tricornio de un almirante y lo enviaba dando vueltas por el camino. Nudos de líneas telefónicas salpican las amplias calles de luminosas casas coloniales de estilo francés.
En el Museo Etnográfico, me cautivó la conmovedora historia de Jemmy Button, que recibió su nombre de las joyas de perlas que el capitán del HMS Beagle le dio a su padre, quien lo llevó a la fuerza al Londres “civilizado” antes de que muriera. de vuelta en el mismo barco, haciéndose amigo de un joven naturalista en el camino.
Puedes dar un paseo por el HMS Beagle -sí, una réplica a tamaño real- en el Museo de la Nao Victoria, junto con el galeón Magallanes. Sus creadores parecen decididos a ser como esos antiguos navegantes, construyéndolos sin ayuda a partir de un tablón tras otro: unos 70 pies de largo pero con capacidad para 55 personas durante meses, Nao Victoria es un marcado contraste con Seabourn Venture. Mi propio guardarropa acomodará felizmente a algunos marineros; otros pueden caber en mi armario de secadora de ropa caliente.
Un poco más allá de la costa, observado por filas de cormoranes negros bíblicos, se inauguró en 2022 un monumento para conmemorar el papel de Chile en el regreso de Shackleton y su tripulación a Punta Arenas: junto al casco del fino barco de Yelcho hay una estatua de su capitán, Luis Pardo, apuntando al sur hacia el mar.
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