1. Abril es la mejor época para visitar.
Casi todos los ‘expertos’ dicen que la mejor época para visitar la Patagonia es de octubre a marzo. No los escuches. El próximo mes es abril: es más tranquilo, los precios son más baratos y el clima suele ser mejor que los ajetreados meses de verano de enero y febrero.
Ah, y hay color. Las montañas son rojas, naranjas y amarillas sobre un fondo de cielos azules y aguas turquesas. Es realmente una época maravillosa del año. Vale, los días son mucho más cortos que en verano (solo hay luz entre las 8:00 y las 18:00 horas), pero eso no es malo. Simplemente te da una excusa para “llegar temprano a casa” y relajarte con una copa de vino antes de cenar.
2. El Parque Pumalín es vasto e impresionante
Este es el proyecto de conservación original de la Fundación para la Conservación Tompkins en Chile. La escala del proyecto es asombrosa: tiene el mismo tamaño que Surrey y el Gran Londres juntos.
A diferencia de Surrey y el Gran Londres, el parque está lleno de fiordos, volcanes y picos andinos antes de cubrirlo con una densa selva tropical templada llena de alerces centenarios. Y cuando digo antiguo, me refiero al Alerce gigante que tiene varios miles de años. El Bosque Pumalín es verdaderamente hermoso. Y allí apenas había un alma.
3. Cielo nocturno interminable
La falta de luz y contaminación del aire en la Patagonia brinda una de las sorpresas más inesperadas y hermosas: el cielo nocturno. Ver el contorno de la Vía Láctea girando en el cielo nocturno es realmente sorprendente.
Es incluso mejor si no ves la gran luna brillando sobre ti. Así que, si puedes, programa tu visita para que coincida con los días de luna nueva, ya que no hay mejor momento para disfrutar de las estrellas.
4. Aún queda un largo camino por recorrer hasta Valdés
La Península Valdés es uno de los principales destinos de vida silvestre del mundo: ¡las ballenas francas australes aquí no dudan en acercarse! Pero es un viaje muy largo para llegar a la meta.
Es por eso que los turistas inteligentes optarán por quedarse en la costa al norte o al sur de la península, en lugar de en la península misma. La vida salvaje es la misma y puedes disfrutarla sin tener que sufrir dolores de espalda por las horas de viaje por el larguísimo camino hasta la península.
5. Supermercados en Cochrane
Cerca del final de la Carretera Austral se encuentra el pequeño pueblo de Cochrane, uno de los pueblos más remotos de Chile. Puedes observar el glaciar San Lorenzo desde la plaza principal. No es sorprendente que los supermercados también funcionen como tiendas generales, pero esto es cierto en muchos lugares. Pero la gran cantidad de existencias que los supermercados de Cochrane han logrado abarrotar es un espectáculo digno de contemplar.
Camino a Cochrane (Shutterstock.com)
No es más grande que el Tesco Express promedio y puedo comprar queso, pan, aguacate y vino chileno bastante buenos. Si quiero, también puedo comprar clavos, lonas, lápices, papel, una chaqueta nueva o zapatos. También dejé de lado la olla a presión, la tableta, la estufa de leña, la motosierra y el motor fuera de borda. Y lamentablemente no tengo espacio en mi mochila para una bicicleta, un bote o un mecanismo de elevación hidráulico de 20 toneladas.
Suena tonto, pero una y otra vez tenemos personas que regresan del supermercado en Cochrane y dicen que pasaron allí una hora mirando todos los productos.
Templo de Aventura se especializa en viajes a medida a Latinoamérica, España y Portugal. La empresa se fundó después de que los fundadores se reunieran en la Patagonia y surgieran la idea de una extraordinaria empresa de viajes.
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